.las horas matan y luego mueren.


en todos los manteles donde duermen las cenas y mueren las conversaciones,
los actos fantásticos de la cosa diaria,
el reloj empeñándose en mostrarme que él cuenta las deshoras, el destiempo.
Un teléfono, tres pantallas, hectolitros de cables que se nos introducen hasta el alma.
Macrocobardes empecinados en ampulosa forma de calibraciones estériles.





Santa Certeza se sienta a la mesa, pero nadie le da de comer.

2 comentarios:

ig dijo...

   Todo suena tan bien que hasta aun en las disnonancias pareciera haber rincones bien perfumados.

   [NOTA: el blog en el que dejaste un mensaje no es mío sino de una amiga que, como se puede ver, está de parranda por las iberias. El mío es el otro; sí, tan pero TAN amargo que no tiene lugar para comentarios] ;-)

kmylo dijo...

empezar al revez, el final es el principio, en una vida recordada. Mas no vivida. Dejavu.
Sueños de madrugadas.

donde la lengua y las imágenes se dislocan, y te leo al revés, una y otra vez, empezando por los comentarios, y terminando por la idea del primer párrafo del post de mañana que estas soñando en este momento hacer.

Personas que se leen sin tocarse, se susurran sin haber escuchado su voz.
El misterio mismo como contar lunares al rededor de un ombligo. Un mundo entero

INVERSA

exorcismos sencillitos

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Creemos que el tiempo nos mata lenta e inexorable-mente. Pero además de eso; la hora, al consumirnos, muere también. -como el fenómeno de ciertos insectos- Las palabras exorcizan a las horas. Los dedos liberan al tiempo. El tiempo nos vuelve libres. *