.las horas matan y luego mueren.




cuando ya nada quedaba en mí
cuando las puertas del remoto control de espejos
se había detenido en tus fauces
cuando ya no sabía llorar
y sólo contaba los aromas que aprisionaba en frascos imposibles
cuando el desliz se hizo fuego en la llama de tu dedo herido
supe que para siempre alguien sería uno.




y
yo, no sé cuántas.

*











8 comentarios:

Miguel Rodríguez dijo...

cuando la verdad llega, nunca falla su puntería.

One dijo...

alguien sería uno

dos también.


y vos, todas.


declaración inpoluta de intenciones

detonador inverso de bocas abiertas.

olores para guardar y esparcir en tierras trópicas.

tres de noviembre para inscribir en tres rosas verdes.

Dulce Magnolia dijo...

casi vacia
casi a punto de caerse
existir? o dejarse llevar...
a espaldas. de atras....


y asi podemos encontrar-nos
en uno o muchos.
al reves.

seleccionaleatoria dijo...

(yo no sé contar)

ig dijo...

   Ningún arma nos mata. Lo sabés.

One dijo...

llorar sangre.

saberse tan pobre de días.

y nunca haber creído en el hoy,
duele tanto,

y algo que se veía venir,
llegó..

y se tuvo segundos,

se conoció lo que podría ser la felicidad, se confirmó y se supo QUÉ ES ROMA.

y se afiló el cuchillo para asesinar los futuros inútiles, buscando el cáliz visto por tan pocos minutos.

Pamela Bram dijo...

Estás distinta...
aunque tus lunares siguen gritando caminos
a todas partes

hermosa

Anónimo dijo...

Las horas cosiendose placeres con tiempo ...

las horas justas para estrechar la cabeza contra la linealidad de pensar el tiempo con pesas de precipicio noctambulo , las horas mirando como por lo alto , con la indiferencia de metal ante un cielo descompuesto , una nube contandole sueños que nunca tuvo a una distancia bizarrrrra, el cielo lentamente se enmudece y se amuebla , los rayones de los ojos todos cerrando olvidos , tirando las llaves a un paso de palabras del tiempo.

INVERSA

exorcismos sencillitos

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Creemos que el tiempo nos mata lenta e inexorable-mente. Pero además de eso; la hora, al consumirnos, muere también. -como el fenómeno de ciertos insectos- Las palabras exorcizan a las horas. Los dedos liberan al tiempo. El tiempo nos vuelve libres. *