al anochecer encintado, le abro el pescuezo en milimétricas revoluciones por segundo.
truena un hueso con gusto a cóndilo, y creo ver perpetuarse la mofa inquieta de tanta cintura fracturada. cuando haya en tu pecho un nido de raíces danzarinas, un oxígeno acallado por coloridas premoniciones asfixiantes:
piensa en mí.
que yo estaré haciéndolo sin fraguar, aquí, contigo.
truena un hueso con gusto a cóndilo, y creo ver perpetuarse la mofa inquieta de tanta cintura fracturada. cuando haya en tu pecho un nido de raíces danzarinas, un oxígeno acallado por coloridas premoniciones asfixiantes:
piensa en mí.
que yo estaré haciéndolo sin fraguar, aquí, contigo.
1 comentario:
Los vampiros existen. Los hombres lobo también.
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