.las horas matan y luego mueren.

Agostomata

No sé qué significa ilusión
No sé de mente ni ocupaciones
o troqueles.  No entiendo nada que se parezca a una clase en el pizarrón.  No sé cómo saber seguir.  Dónde.  Montaña.  Oscilaciones.  Nombres.  Calles.  Agotamiento del ansia.
Viajar.  quemarlo todo.
Al final nos vamos.
Final de la historia.

(Histeriax)

*

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"Masajeador capilar anti estres", en la etiqueta. Un artículo con aspecto de estafa. Qué sorpresa. Una sensacion escalofriante, un hormigueo que parecía haber sido secuestrado por el ayer. Todavía era posible sentir algo nuevo, incontrolable.

Con los días, y la repetición del uso, ese aspecto de engaño se confirmó. La piel erizada y la sensación de frío, mitigadas, borrosas. Como el amor, me dije. Arde un tiempo y luego se apaga. Agarré una manzana y le dí un solo mordisco. Tiré el resto, junto al masajeador, a la basura. Por más dulce que sea dejaré de disfrutarla si solo dejo el corazón.


teleoalreves dijo...

no entendí. el final me tiró de cabeza a un mundo de almohadas que aún imagino volando.
deben ser geniales las etiquetas de los eléctricos masajeadores. he aquí el orgasmatrón.
y tirar todo a la basura.
la vida misma, no?

como el amor.

Anónimo dijo...

Si no entendiste, es porque escribí para el tujes.

El masajeador de cabello cuando lo usas por primera vez te da muchas sensaciones. Pero al repetir el uso esas sensaciones se mitigan.

Y ví un paralelismo con las relaciones. Al principio son tremendas y con el tiempo se apagan. Por esto mismo, los amantes son tan funcionales.

Entonces, algo tan trivial como masajearse el cabello funciona de la misma manera que el amor. Es nuevo, es sabroso, se repite, pierde el sabor.

El amor es una estafa. Creemos que vamos a querer por siempre, pero en realidad queremos por un tiempo.


Pero no me hagas caso porque el peor amor, supera a la mejor soledad.




teleoalreves dijo...

Ay me impresionaste. No se sí celebrarlo o inmolarme.

INVERSA

exorcismos sencillitos

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Creemos que el tiempo nos mata lenta e inexorable-mente. Pero además de eso; la hora, al consumirnos, muere también. -como el fenómeno de ciertos insectos- Las palabras exorcizan a las horas. Los dedos liberan al tiempo. El tiempo nos vuelve libres. *