.las horas matan y luego mueren.

el tiempo fuera de escala

Ni siquiera preguntarme
Qué hago acá,
En este espacio techado
Donde empieza el final de la noche.
Anoche vi y recordé
Por qué no fuimos
Por qué supe correr abandonar
Algunas horas
Ni siquiera recuerdo al viernes.

Ese viaje fue bastante tenebroso.

Ya dejó de parecerme importante,
Podes creer.

Y crecer es inevitable.
Guste o no.
Ni siquiera importa.

Aunque sea tan costoso para mí
Relacionarme más allá del límite
Que debo erradicar.
Febrero es invencible
Básicamente no espero nada
No sueño a nadie
En
Todavía nada de esto

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde la panamericana se pueden ver atardeceres inmensos, encendidos, de montañas nevadas, de nubes que ciegan al sol, de blancuras divinas. Y todo esto ocurre sobre edificios, tejados, cableados y puentes. No entendía por qué era necesario elevar los ojos sobre las construcciones para poder disfrutar del ocaso. Al ver esta foto, entiendo. Si uno camina entre la naturaleza, siente que puede llegar al cielo, y llega. Si uno camina entre las construcciones, siente que camina por trincheras, y no llega, no alcanza.


Todas las noches caminamos sobre el sol.


INVERSA

exorcismos sencillitos

Mi foto
Creemos que el tiempo nos mata lenta e inexorable-mente. Pero además de eso; la hora, al consumirnos, muere también. -como el fenómeno de ciertos insectos- Las palabras exorcizan a las horas. Los dedos liberan al tiempo. El tiempo nos vuelve libres. *