.las horas matan y luego mueren.


cancelar la humedad de los ríos cruzando calles estirando arcadas. recuperar la tibieza fugaz de voces que muerden auriculares metálicos, ranuras pluscuamperfectas y bordes inocuos. lavandina, pizarrones y cerezas que explotan en territorios estériles. pez luciérnaga, empalagado de luces dando fuerte en la raíz del ojo. que sangra. que se queda agonizando en mitad de la calzada madrugadora, traspasada y de fauces abiertas.

estallar sería buena opción. creía yo.

2 comentarios:

ig dijo...

   Eso... o estirar la arcada de una cintura con un difuso código postal

Anónimo dijo...

hoy que salga volveran esas nostalgias.

INVERSA

exorcismos sencillitos

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Creemos que el tiempo nos mata lenta e inexorable-mente. Pero además de eso; la hora, al consumirnos, muere también. -como el fenómeno de ciertos insectos- Las palabras exorcizan a las horas. Los dedos liberan al tiempo. El tiempo nos vuelve libres. *